Cada vez son más numerosas las noticias de padres que han denunciado que a su hijo le acosan los compañeros de colegio. A veces estas denuncias llegan demasiado tarde, cuando ya el menor está seriamente perjudicado. No es una cuestión aislada, el acoso escolar existe y no es un problema que haya que dejar pasar porque todavía algunos consideren que «es cosa de niños». Las
Para conocer las claves de esta grave lacra Mirea Long, profesora y especialista en asuntos pedagógicos, co-directora y co-fundadora de la Pedagogía Blanca, ofrece una serie de consejos para que los padres sepan detectarlo y cómo actuar.
—¿Qué se considera acoso?
El mayor problema que supone el acoso escolar es la dificultad para detectarlo. Los adultos que rodean a la víctima pueden no darse cuenta o minimizarlo. El acoso no es el que el niño reciba agresiones físicas. Normalmente esto, que puede o no llegar a suceder, es la culminación de un proceso de victimización muy complejo.
—¿Cuáles es el proceso de un acoso típico?
Desde insultos o motes dañinos a collegas o zancadillas
—¿Cómo es el acoso psicológico?
Es la forma más sutil, pero igualmente daniña, de la violencia escolar. A la víctima no se le deja participar en juegos o en actividades sociales conjuntas, se le aisla, no se le habla y se le ignora activamente. Lo tratan como un apestado y eso hace que, incluso los que no participaban activamente en el acoso, también se alejen de él, por mantenerse en el grupo, por contagio o por temer ser ellos mismos víctimas.
—¿Existe el acoso por cuestión de raza o de sexo?
Hay acoso escolar con tintes sexistas y racistas
—¿Cómo distinguimos lo que no es acoso?
Los niños se pelean a veces. No es que debamos aceptar la agresividad como fórmula de relación, pero debemos entender que no todas las peleas son signos de acoso escolar. Incluso puede que se quieran hacer daño en medio de una pelea niños que habían sido amigos y que pueden llegar a serlo de nuevo. Tampoco es que el más débil o el que pierde la pelea esté siendo acosado, aunque sin duda hay que intervenir. Un insulto, una burla, una pelea aislada no son tolerables, hay que actuar, pero no son acoso.
—¿Cuál es entonces la principal diferencia?
El acoso es una situación reiterada en el tiempo, que se manifiesta en diferentes formas de maltrato, en el que la víctima es o termina en una condición de inferioridad y en la que los agresores se cebarán para mantener las acciones de hostigamiento.
Hay situaciones muy graves que tampoco debemos considerar acoso. Son las que se refieren a actos delictivos como las agresiones sexuales, el uso de armas, las amenazas de muerte o aquellas agresiones que ponen en riesgo la integridad de la víctima o su vida. En esos casos ya no hablamos de acoso, son delitos y, además de hablar con el centro escolar, hay que denunciar.
—¿Cómo hay que actuar si sospechamos que nuestro hijo u otro niño sufre acoso escolar?
Cuando observamos, y ya me refiero en cualquier circunstancia, un abuso o un acto de violencia, puede que temamos actuar por miedo a las consecuencias, a ser nosotros mismos las próximas víctimas. A los niños les pasa lo mismo.
Pero no hacer nada es convertirnos en cómplices y estaremos dando nuestra aprobación al maltrato. Hoy denunciaríamos a un vecino que pega a su mujer, a unos padres que agreden a sus hijos o actuaríamos si viéramos un delito, avisando a las autoridades si no somos capaces de evitarlo directamente. Lo mismo pasa con el acoso escolar.
Debemos enseñar a los hijos a ponerse al lado de la víctima
Pongamos un ejemplo muy típico: la niña gordita a la que un par de compañeras le hacen comentarios humillantes. Si las otras tres o cuatro amiguitas les recriminan su actitud y se acercan a la niña despreciada, pueden hacer mucho para evitar que las burlas y el aislamiento se enquisten la relación. Sin embargo, si perciben que no, la niña sigue siendo acosada y la situación empeora, haciéndose el grupo acosador más fuerte, deben saber que lo correcto es acudir a un adulto.
—¿Cómo tiene que actuar el centro escolar ante un acoso?
Si la escuela reacciona positivamente el problema puede solucionarse, pero también nos podemos encontrar con una negación institucionalde la violencia si no hay graves signos externos, por lo que el niño acosado vería negado su problema y sin salida posible.
Cuando nos enfrentamos a este problema hay que trabajar contra comentarios que suelen incorporar frases como «es sólo un caso aislado» o «si solamente ha sido una broma», o el más peligroso «son cosas de niños».
Tampoco es aceptable que se pidan informes con datos de daños clínicos en la víctima como criterio para diagnosticar la existencia de un cuadro de acoso escolar, pues el acoso, por naturaleza, no es solamente un problema de agresiones físicas, sino un cuadro mucho más complejo y con un desarrollo en el tiempo que hay que parar cuanto antes.
—¿Cómo pueden evitar el acoso los profesores?
Simplemente estando atentos a algunos signos y entendiendo que este tipo de violencia es algo real, complejo pero que con seguridad está sucediendo en su entorno. No son cosas de niños. Empezando por ahí. Las peores formas de acoso escolar van a suceder cuando el profesor no está presente directamente: en los baños, los patios, los pasillos, vestuarios, salidas de clase y en el comedor. Sin embargo, siempre hay un maestro cerca que puede detectar los signos.
Observando a los niños fuera de aula y su dinámica de grupo, los niños que queden aislados, las pintadas en el baño, los cambios de comportamiento o rendimiento escolar, los rumores que lleguen a sus oídos, la forma en que se tratan, todo puede darnos señales.
Un niño que manifiesta tristeza, miedos o dolores inexplicables, que falte a las actividades o descubramos que nunca es invitado a fiestas o salidas podría tener un problema de violencia escolar.
Una señal es que el niño no quiera participar en actividades en grupos que antes sí hacía
Si aparece con golpes y da explicaciones vagas, siempre hay que investigar qué sucede, pues, puede haber una situación de violencia, sea escolar o en otros ámbitos.
La escasa o nula sociabilidad con los compañeros también son signos a los que hay que atender. No se trata de los niños tímidos o de los que sean más exquisitos a la hora de seleccionar sus amigos, pero sí de los que son apartados del grupo o se autoexcluyen de todo.
Muchas veces simplemente hay que saber mirar para ver. Los niños que son diferentes o se comportan de forma diferente necesitan especial atención, pero sin dejar de observar a todos y teniendo en cuenta que, si hay una situación de acoso, cuanto antes se intervenga menores serán las secuelas y que, además de la víctima, los observadores y los agresores también van a necesitar ayuda para reconducir su comportamiento.
Consejos para actuar frente al acoso
—Si el acoso ya está establecido no enfrentarse directamente al grupo de agresores. Lo que hay que hacer es hablar con los propios padres, contándoles la situación o acudiendo a un profesor de confianza y pidiendo al tutor que organice debates o tome las acciones pertinentes para ayudar a la víctima.
—Si la situación es muy seria y la víctima está en riesgo, el niño debe saber que tiene que acudir inmediatamente a un adulto responsable. Muchos colegios tienen programas de actuación para estos casos, pero es necesario avisar cuando se conocen para que puedan ponerse en marcha. La responsabilidad es de todos.
—Enseñando a nuestros hijos que no es gracioso burlarse de otros o dañarlos, les ayudamos a tomar la actitud correcta ante los primeros síntomas.
—Eso no es chivarse, es actuar con justicia. El silencio es lo que agrava el acoso. El niño debe saber que no estará solo y que los adultos van a ayudarle y a creerlo, que puede acudir a ellos a contar lo que está pasando.
—La mayoría de los casos se resuelven si se habla pronto de ello y nuestros hijos, conscientes de que no se debe tolerar el maltrato, se convertirán ya no en cómplices activos o pasivos, ni en observadores de la violencia, sino en el apoyo que el sistemanecesita para darle la vuelta al acoso escolar.
—El papel de los padres es fundamental para detectar el acoso, estando atentos a los cambios en la conducta del niño y brindándole apoyo en cuanto sufra algún tipo de acoso, nunca minimizándolo, ni diciéndole que se haga más duro ni contándole que eso siempre ha pasado.
¿Cómo detectar el acoso?
—Estar atentos a los cambios en la conducta del niño: Se muestra más irritable, violento o tiene rabietas.
—Presenta síntomas psicosomáticos como dolores de estómago o de cabeza sin causa médica real.
—Se resiste a ir al colegio, tiene verdadero miedo a volver tras las vacaciones.
—Nunca quiere hablar sobre su vida escolar.
—Tiene un bajón repentino en su rendimiento.
—No quiere ir a las excursiones.
—Han dejado de invitarlo a las fiestas de cumpleaños.
—Empieza a perder o a aparecer con sus pertenencias escolares o personales rotas.